sábado, 19 de enero de 2008

Crónica de un gran viaje












Es un honor colgar en este blog la colaboración de Carmen, gran acuarelista y empedernida viajera, faceta que podréis comprobar leyendo esta maravillosa crónica de su viaje a Nepal. Al leer el título quizás se piense que se trata de un cuaderno de viaje al uso, con descripción de lugares interesantes, datos y anécdotas; pudiera ser, pero sobre todo es la historia de un encuentro, un "retrato humano" a través del cual se pueden contemplar algunas facetas de un país como Nepal y de su cultura.


SUDIL

Nos estaba esperando a la salida del aeropuerto de Katmandú, iba a ser nuestro guía en Nepal. Al llegar al coche sacó dos collares de flores naturales color naranja y amarillas, (caléndulas), y nos los puso diciendo que era un símbolo de bienvenida a su país.

Era un hombre serio, tímido y quizás algo nervioso, pero muy cordial. Imaginé que los nervios pudieran ser debidos a que no le entendiésemos lo suficiente, pues aunque su español era bastante bueno, se esforzaba y pensaba mucho lo que iba a decir, o mejor, la forma de decirlo de la manera más correcta y tal vez por esta razón se entrecortaba un poco al hablar.

Nos explicó que había estudiado nuestro idioma con un profesor español, del que se había hecho muy amigo, incluso se reunían a menudo para cocinar e intercambiar recetas de cocina de ambos países. Ahora ya no estaba, y en su lugar había otra profesora española con la que también estaba contento.

Sudil resultó ser una persona realmente amigable y emotiva, una vez perdido el miedo inicial a saber con qué tipo de personas se iba a encontrar. Debía de estar muy seguro, ya que desde entonces, nos relató en varias ocasiones acontecimientos de su vida que nos dejaron impresionados.

Me pareció muy valiente el hecho de que sin apenas conocernos, nos hablara de la política y el gobierno de su país. Habían transcurrido escasos meses desde que la familia real fuera asesinada. Recuerdo muy bien que la noticia saltó en todos los medios de comunicación. El joven heredero había disparado contra sus padres matándolos y posteriormente se había disparado él mismo. La causa que se comentó fue un ataque de locura ante la prohibición de sus padres de casarse con la mujer de la que estaba enamorado. Esa fue la dudosa versión oficial. El trono fue ocupado por el hermano del rey, el siguiente en la sucesión. Recuerdo también que las fotos que ilustraban el hecho luctuoso, reflejaban una familia feliz y bondad en el rostro del príncipe heredero. Al principio se rumoreó que podrían haber sido todos asesinados, quizá por el hermano del rey, pero pronto se admitió la versión oficial.

Sudil no solo no admitía la versión oficial, sino que afirmaba que había ocurrido exactamente como se sospechaba. El rey asesinado había tenido además otro hermano, que junto con su familia, habían fallecido en extrañas circunstancias. Confirmó que el príncipe, una persona noble y bien educada, era incapaz de cometer semejante acto, además ¿cómo era posible que se disparase él mismo por la espalda?. Muertos todos los que podrían hacerle sombra, el villano, el nuevo rey, había ascendido al trono.

A sus treinta y pocos años, Sudil había luchado desde su juventud por cambiar las cosas en su país, para que hubiese democracia y justicia social. Había mucha gente pobre y necesitada que apenas tenían para comer una vez al día
[1]. Había participado en revueltas y manifestaciones donde un amigo suyo fue asesinado. Desde entonces, todos los amigos participan con una aportación para ayudar a la madre del fallecido, pues únicamente contaba con éste para su subsistencia. Cuando subió al trono el rey recientemente asesinado, empezó un periodo de bienestar y justicia. Todos estaban contentos. Pero ahora estaba por ver lo que iba a suceder, con un rey ambicioso que no había dudado en asesinar a su familia. Sudil está esperando una oportunidad para marcharse del país, pero ¿a dónde ir?, a Singapur o tal vez a España.

Nos comentó que le gustaría ir a España. Aquí conoce algunas personas; su profesor de español, una amiga en Barcelona y un amigo nepalés que trabaja como cocinero y gana mucho dinero. A él también le gustaría ser cocinero, pues se le da bien la cocina y además le gusta mucho, pero se podría conformar con empezar de camarero. Nosotros le dijimos que las cosas no son tan fáciles en nuestro país como se puedan ver desde fuera. Hay muchos inmigrantes que en la mayoría de los casos son explotados y que incluso falta el trabajo para muchos españoles. Dijo que un nepalés es trabajador por naturaleza, pueden trabajar todo el día, pues están acostumbrados a hacerlo y aunque paguen poco, se puede compensar con la dedicación de muchas horas al trabajo. Una vez en España, haría cursos de cocina española. Ya sabe hacer algunos platos como la tortilla de patatas.

Sudil es una persona culta. Ha estudiado Comercio y se dedica también a esta actividad. Posee un negocio de chales de Pashmina y en ocasiones ha exportado a España. También tiene una tienda en Patán, que lleva un primo suyo, pero no tienen mucha suerte, pues hace un mes les han robado todo lo que tenían en la tienda. Nos ha ofrecido participar en el negocio de chales, proporcionándole tiendas donde se pueda vender en España y ganando un alto porcentaje, pero nosotros no estamos acostumbrados a los negocios y tampoco estamos dispuestos a sacrificar parte de nuestro tiempo libre, que por otro lado no es mucho.

Al principio y por sus expectativas de emigración, nos dio la impresión de que estaba soltero, pero más tarde supimos que estaba casado y que tenía un hijo de cuatro años.

Sentados a una mesa del restaurante de Patán, desde cuya ventana podíamos contemplar la vida cotidiana y la belleza de uno de los extremos de la plaza Durbar, Sudil comenzó a relatar una historia sobre unos españoles que había conocido, que desgraciadamente no le causaron buena impresión por el trato insolidario que demostraron hacia una compatriota. Era una expedición compuesta por varios españoles, había vascos, aragoneses, algún madrileño y una chica catalana. Él los acompañaba, pues Sudil también es guía de montaña. Nos aclaró que es solamente guía acompañante, pues los Sherpas, además de ser una de las razas de Nepal, son los que van primero abriendo camino y portando todos los enseres necesarios para la acampada. Cuando llega la expedición al lugar de acampada, los montañeros encuentran todas las tiendas dispuestas y el té preparado.

La montaña
[2] es dura y en esta ocasión hubo bastantes dificultades. La chica no podía seguir más, estaba exhausta y con dolores en los pies. Los compañeros ya le habían advertido de que era un recorrido duro y que si veía que no iba a poder seguirles, que era preferible que se quedara, pero ella quería ir. Cuando no pudo más, el resto de la gente no quería parar por ella, ya se lo habían advertido. Entonces Sudil cargó con la chica y la llevó a hombros el resto del camino, no podía dejarla. Le indignaba el hecho de que nadie hubiera querido ayudar a la chica y se preguntaba porqué los españoles tratan como extranjeros a los de diferente comunidad autónoma. De repente se quedó callado y empezaron a brillarle los ojos al recordarlo. Nos dijo que esta chica catalana era la amiga de Barcelona de la que nos había hablado. Le vimos sinceramente emocionado e incluso llegamos a pensar que estaba un poco enamorado de ella.


En otra ocasión nos habló de su matrimonio. Su padre le comunicó que había concertado el casamiento y que la boda tendría lugar al mes siguiente. Sorprendido le dijo que no podía ser, que tenía que partir a la montaña al día siguiente para acompañar una expedición a los Himalayas y que estaría fuera casi todo el mes. El padre estaba contrariado, pero finalmente aceptó a que se marchase con la promesa por parte de su hijo, de que estuviera de regreso para la boda. Le entregó una foto de la novia y partió hacia la montaña. Así fue como conoció a la que iba a ser su esposa un día antes de la boda.

A los occidentales les resulta muy difícil comprender esto, comentó, sin embargo para nosotros es normal. Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos y al tener mayor experiencia de la vida, saben elegir también lo más conveniente para cada uno. Buscan una persona de probada honestidad, de la misma clase social y económica para que no haya problemas y una vez que la encuentran conciertan la boda de acuerdo con sus padres. El resultado generalmente es bueno. Al principio puede parecer duro, pero con el tiempo surge el cariño mutuo y la verdad es que tanto mi esposa como yo, estamos muy contentos, además tenemos un hijo estupendo y nos hace muy felices.

Hay personas que ya no aceptan esto, como es el caso de mi primo y prefieren casarse con la que han elegido a costa de renunciar a la parte que les corresponde por herencia (en Nepal el patrimonio familiar se reparte entre todos los hijos), pero a la larga estos matrimonios no llegan a buen fin, pues surgen gran cantidad de problemas que de otro modo no hubieran surgido, pues los padres, en su elección cuidan inteligentemente de que no se vayan a producir, al menos los más usuales.

No se establecen dotes, únicamente se celebra un banquete que paga la familia de la novia, con muchos invitados. Después se celebra una comida en casa de los padres del novio, pero esta vez sólo para la familia. Los invitados aportan regalos útiles para la nueva casa, tales como sanitarios, pequeños electrodomésticos, cacharros de cocina y algún adorno. En ningún caso se regala dinero, pues no es de buen gusto.

Alucinó cuando le comentamos que aquí en España las bodas se habían convertido en un negocio, pues en la mayoría de los casos se regala dinero, con el que suelen contar los novios de antemano al planificar la boda, o bien se hacen listas de bodas en los grandes almacenes con objetos que previamente han elegido. Esto le pareció muy materialista. Sudil expresaba sus opiniones con total libertad y sinceridad. Esto nos gustó desde el primer momento.

En otra ocasión, mientras paseábamos por Bodnat, donde hay una gran comunidad tibetana, nos pusimos a hablar sobre las distintas religiones que se practican en Nepal. Sudil nos dijo entonces que él era induhísta, pero que se había convencido no hacía mucho, ya que realmente nunca había creído en nada, pues pensaba que todo lo que tuviera que ver con la religión era fruto de la tradición y las costumbres y que nada ni nadie le había podido demostrar algo acerca de lo divino, pero ahora le habían sucedido demasiadas cosas para negar la existencia de Dios, sobre todo en la montaña. Ahí es donde de verdad puedes sentir esa presencia invisible.

Relató, que en cierta ocasión sirvió de guía a una pareja de recién casados españoles, concretamente de Navarra que le pidieron que les acompañase a la montaña. Era el mes de Diciembre y el clima no era bueno y por tanto era peligroso aventurarse. Así se lo dijo a ellos, pero insistieron en que querían ir de cualquier modo. Les dijo que no podía acompañarles, que no quería correr riesgos, máxime cuando acababa de tener un hijo, y les pidió que buscaran otro guía. Pero no había ninguno disponible, y ellos insistieron tanto, estaban en su viaje de novios y habían gastado más dinero del que podían, que le dieron pena y finalmente aceptó.

Cuando estaban en la montaña comenzó a nevar sin parar, les dijo que lo más acertado era volverse, pero el hombre alardeando de montañero avezado, se negó. Para algo habían venido hasta Nepal. El tiempo siguió empeorando, hasta que ya no podían continuar más. La mujer no podía seguir, estaba al borde de la congelación y rápidamente la envolvieron en papel de aluminio para aislarla en la medida de lo posible. Tan complicada estaba la situación que comenzaron a temer por sus vidas. Hubo un momento en que Sudil tuvo el convencimiento de que iban a morir y entonces se acordó de Shiva, pues según la tradición, habita en las montañas y le pidió ayuda. Al poco dejó de nevar y pudieron continuar con muchas dificultades, ya que tuvo que cargar con la mujer y además con la insensatez y arrogancia del hombre que aún así se empeñaba en tomar otro camino para el descenso, a lo que Sudil tuvo que decirle que si quería podía ir solo, pero que él no pensaba seguirle. La mujer tuvo que ser atendida en un hospital nada más llegar.

Este episodio le marcó profundamente con respecto a su fe, además de otros a los que se refirió de pasada que no nos contó y por respeto no preguntamos. Desde entonces tiene veneración por Shiva y se convirtió al hinduismo, la religión de sus mayores.

Nos dimos cuenta entonces de que entre él y nosotros había un fluido de simpatía y hermandad que nos conectaba más allá de las palabras, era como si hablásemos el mismo lenguaje, un lenguaje interno que raramente se habla, ni aún con las personas más allegadas dentro de tu propio país y tu propia cultura. No nos separamos en los dos días que siguieron. Sudil nos trataba ya como a viejos amigos. Nos mimaba. Se sentía orgulloso y feliz por el interés y entusiasmo que mostrábamos por su país, su gente y su cultura. Su sentido del humor, muy parecido al nuestro, su amena e instructiva charla y su generosidad (no le importaba si se hacía tarde, siempre éramos nosotros quienes le decíamos que ya era hora de ir a casa), hicieron crecer en nosotros un sincero afecto.

Cuando llegó la hora de despedirnos nos hizo un regalo; lo traía envuelto en un papel de periódico. Era una máscara típica de Nepal, una cabeza de elefante que representa al dios Ghanesa y nos dijo que colocándolo a la entrada de la casa, no sólo nos protegería sino que nos traería suerte, pues en el hogar donde está representado este dios no falta nunca lo necesario para vivir. (Al menos podríamos comer tres veces al día).



[1] Sudil medía las posibilidades económicas de sus compatriotas, proporcionalmente al número de comidas al día. Se refería a ello constantemente: “éstos comen tres veces al día, ésos dos veces, aquéllos (la mayoría), solo tienen para comer una vez al día”...
[2] Se refiere a los Himalayas, pues para él las montañas que no superan los 3.000 metros son solamente colinas. En España solo hay colinas. Las altas montañas de Nepal van desde los 5.000 a los 8.848 metros. En la expedición al Everest, el campo base solo se encuentra a 5.400.

8 comentarios:

Carmen dijo...

Muchas gracias Felixon por tu generosidad al hacernos un hueco a los amigos para poder expresarnos. Tu entusiasmo y tu magnífico blog, me han hecho desempolvar el cuaderno guardado durante cinco años, de mi viaje a la India.

Un abrazo

FELIX JAIME dijo...

Gracias a ti por describir de una forma tan humana tu inolvidable viaje. Espero seguir recibiendo colaboraciones tuyas para esta sección.

Un beso

Anónimo dijo...

Muy bonito felixon. ¿Cuántos blogs tienes?
Por cierto, ¿cómo haces para que en el archivo del blog aparezcan los títulos de las entradas?

Andres Pons dijo...

Magnifico post.
Felicidades carmen.

Anónimo dijo...

Cuatro, Allegra. Uno más o menos de cine, otro de relatos míos, otro de libros que me han gustado y otro para colgar las cosas que me mandan mis amigos. Desde cada uno de ellos puedes acceder a los otros tres. A lo otro que me preguntas, no lo sé, pero seguro que Andrés está más puesto que yo. Te recomiendo que te pases por su blog. Es aconantemente bueno, y mucho más veterano

Un saludo

Juan Valdivia dijo...

Hermoso relato, Carmen.
Una sugerencia: el próximo bien odría estar acompañado por una de tus hermosas acuarelas, ¿no te parece?

Carmen dijo...

Gracias Andrés, es todo un honor para mí que te haya gustado. No suelo escribir mucho, pero quería seguir recordando cada detalle de este viaje.

Juan, tienes toda la razón.
Como tengo muchas fotos de la India y de Nepal, ya elegiré algún tema acuarelable para la siguiente entrega, ya que Félix me anima a que continúe. (Espero no cansar)

Gracias por los comentarios

Anónimo dijo...

Vaya. Me he quedado con más ganas de saber qué ha sido de Sudil y su manera de entender la vida.
¿Porqué no nos cuentas algo más Carmen?.
Gracias Felixon.